Soy el elegido
Jakob vivía en la cima, triunfando como un reconocido diseñador gráfico en el mundo de la publicidad. No paraba de crear nuevas ideas y ganar premios por sus portadas de discos, pero su obsesión no dejaba de aumentar.
Jakob Tranberg
Dinamarca
Profesión
Anteriormente fue el director creativo en su propia agencia.
Diagnóstico
En 2009, Jakob fue diagnosticado de Trastorno Bipolar.
Jakob se crio en un barrio residencial en Dinamarca. Era uno de esos niños a los que les gusta dibujar, y sus dibujos siempre recibían alabanzas. Sus cualidades fueron mejorando cada vez más, porque tenía la capacidad de concentrarse durante horas. Con 23 años, recién graduado como artista gráfico y comercial, Jakob anhelaba irse lejos. Por suerte, consiguió un trabajo en una agencia de publicidad de Copenhague que tenía clientes en el mundo de la música. La agencia tenía muchísimo trabajo. Tanto que, de hecho, Jakob se quedaba a dormir en la oficina, en un colchón sobre el suelo.
Cuatro años después de mudarse a la ciudad, Jakob se convirtió en el director creativo de su propia agencia. Y los encargos no paraban de llegar. La jornada laboral de Jakob empezaba a las 11 de la mañana y podía alargarse hasta la 1 de la madrugada del día siguiente. Y él pensaba, “si trabajas tanto, también te mereces pasarlo bien”. Así que Jakob siempre estaba dispuesto a montar una fiesta con su bola de discoteca, su máquina de humo y un variopinto grupo de amigos.
Con el paso del tiempo, a Jakob le sorprendió que nadie se planteara si pasaba algo raro. ¿Puede ser que él hiciera caso omiso a las advertencias de la gente? Tal vez nadie le dijera nada porque siempre estaba rebosante de energía… “Porque realmente me sentía de maravilla. Pensaba: soy el elegido”.
Jakob se mudó a su oficina en 2001. “Puede que fuera entonces cuando las cosas empezaron a torcerse”, reconoce, “porque empecé a quedarme despierto durante días seguidos trabajando”. Una noche, estaba garabateando ideas a toda velocidad cuando, de repente, algo estalló en su interior. “Fue como un flash, tuve una visión. Todo lo que estábamos haciendo estaba muy visto. Y supe lo que teníamos que hacer. Teníamos que renovar toda la industria de la música. ¡No, toda la industria del entretenimiento! Y pude ver cómo serían las cosas dentro de seis o siete años, lo vi con total claridad”.
“Mis episodios de manía siguieron aumentando porque no podía hablar con nadie. Me sentía bastante perdido, pero, a pesar de ello, todo era maravilloso”.
Jakob Tranberg
Un tiempo después, su padre le preguntó qué tal estaba. Jakob le dijo que no muy bien. Su padre le preguntó si quería que fuera a buscarlo. Jakob respondió que sí. Y luego se sumió en el silencio. Se mudó al sótano de sus padres e intentó poner orden en su vida. Jakob describe esos años como una gran espiral descendente. Al final, llegó un punto en que sus padres decidieron ingresarlo en un hospital psiquiátrico.
Pero, cuando por fin estuvo listo para salir del hospital, su pasado estaba esperándolo en la puerta, ansioso por recuperar el tiempo perdido. Una noche, Jakob se dio cuenta de que estaba intentando dar con la forma de suicidarse. Esta ve, fue él mismo quien ingresó por voluntad propia en el hospital por depresión.
Jakob lleva viviendo con un diagnóstico de trastorno bipolar desde 2003, el año en que se declaró en quiebra. Tardó en asumir que jamás volvería a llevar su vida de antes. “Cuando vivía en Copenhague, yo era el rey del rock and roll y, en mi mente, seguí siéndolo durante mucho tiempo”. Durante un largo periodo, creía que estaba triste, no enfermo. Aceptar su enfermedad, con la ayuda de profesionales sanitarios, es un proceso que le ha llevado años.